[—]LA OTRA BANDA.
El 22 de agosto del año 1672, según se lee en los papeles del cabildo de Higüey, aquí se preparaban para recibir a “las familias que han de venir a esta Isla, de las Canarias” .
[—]En 1691, diecinueve años después del aviso de la primera llegada de canarios, se informó que 750 familias vendrían a la Isla y que cien familias vendrían a la villa de Higüey. Se dictaminaba que se le darían tierras aptas para todas las labores y, específicamente, las tierras que estaban ubicadas en “la otra banda del río Duey” así como de la banda del “arroyo caguero de la dicha villa de Quiabón” . Hoy en día tenemos la comunidad de La Otra Banda localizada de aquel lado del río Duey. De ahí su nombre. Por las tierras que estaban ubicadas en “la otra banda del río Duey”.
Los jefes de familia que vivían avecindados alrededor de la iglesia se reunieron en una sesión del cabildo y trataron el asunto. Muchos acogieron en diferentes números a los que iban a llegar y les fueron donadas ciertas comodidades como potrancas, vacas, alimentos, marranas, tierras labradoras, gallinas, bastimentos, yeguas, gatos y toros. Se esperaban para la fecha ochenta y tres familias.
Los treinta y cinco asistentes a dicha reunión fueron “Félix Mauricio de Esqueda, Antonio del Castillo, Luis del Castillo Cid, Domingo Jiménez, Pedro Guerrero del Castillo, Juan de Trejo, Juan Jiménez, Sebastián de Ortega, Pedro Cedeño Hermoso, Domingo Cedeño, Luis Rodríguez, Gerónimo de Vargas, Gerónimo de Trejo, Gerónimo Germán de Guerrero, Bartolomé Núñez, Ismael de Guerrero, Miguel de Viera, Luis Guerrero de la Fuente, Juan Rangel, Gerónimo Philipe De Soto, Amaro de San Miguel, Manuel Martín de Silva, Salvador Pérez, Antonio Felipe Rangel, Gregorio Vásquez, Manuel López, Silvestre Rodríguez, Cristóbal Pérez, Fernando Farfán de los Godos, Francisco Guerrero de La Fuente, Santiago Rodríguez, Juana Magdalena, María de Trejo, María de Olmos y Mariana de Vargas” .
Los derechos sobre las tierras datan del 15 de octubre del 1754 cuando fueron creados los “Jueces de Realengos, su composición y su venta” que dieron origen a los amparos reales. Las diferentes divisiones y subdivisiones de títulos, en todos los lugares, fueron creando problemas que la mala fe y la ignorancia de algunos ciudadanos sin escrúpulos y de algunos notarios hábiles han hecho de difícil solución. “Consignamos aquí, a título de curiosidad que solamente la porción de terrenos abarcada por el Amparo Real otorgado a favor de la señora Rufina del Castillo de Martínez en el año de 1764 fue repartida mediante la ley del Senador Gómez” de 1911, o sea, ciento cuarenta y siete años después entre los herederos en lo que hoy es La Otra Banda.
La parte más oriental de Higüey vio aumentada su población con inmigrantes canarios. Un proceso migratorio que obedece a intereses políticos de la monarquía española. La necesidad de colonizar estos territorios propicia, desde el siglo XVII, un incremento de la presencia de canarios en Higüey. Como es el caso de Santo Domingo a donde acuden canarios para neutralizar el peligro que significan los franceses situados al N.O. de la isla. Como consecuencia, en 1684, salen cien familias canarias con rumbo a Santo Domingo. Desde 1678, por Real Cédula, una fuerte medida se les impuso a los canarios para permitirles comerciar con América teniendo que embarcar 50 familias por cada mil toneladas que se exportaran de productos propios. Es lo que se ha llamado «el tributo de sangre”; la obligación de poblar los territorios deshabitados de América por parte de los canarios a cambio de mantener su comercio privilegiado. Según Hernández González, «El llamado tributo de sangre no puede ser considerado como obligatorio, por cuanto los comerciantes se eximían de la obligación de llevar familias pagando un impuesto.
Estas emigraban voluntariamente, aunque en ocasiones se denunció que se emplearon medios coactivos por los Capitanes Generales. Sin embargo en la mayoría de los casos el traslado era libre. Personas pobres, sin recursos económicos y en muchos casos sin contactos familiares en América, tenían la posibilidad de embarcar sin pagar el pasaje, y ser gratificadas por la Corona con 400 ó 500 reales para hacer frente a los gastos de la salida y con la manutención en los primeros meses y la concesión de tierras, semillas y aperos de labranza para su puesta en explotación”. Si en el siglo XVI la aventura estaba marcada por las expediciones de descubrimiento y conquista en el siglo XVIII los alicientes fueron muy distintos.
Esas familias fueron asentadas en lo que hoy se llama la Cruz del Isleño. Los canarios procedentes de Islas Canarias eran isleños. En 1738 existía un señor llamado Pablo del Castillo quien era Maestre de Campo de los Reales Ejércitos y abuelo de Rufina del Castillo esposa de Baltasar Martínez y heredera del extenso hato de La Otra Banda. Si Baltasar Martínez y Rufina del Castillo eran de edad semejante en sesenta y seis años había una tercera generación naciendo aquí de los canarios llegados a La Otra Banda, entre 1672 a 1738, lo que es un lapsus de tiempo razonable para tal evento. Rufina del Castillo vivió hasta el 1825 y un lugar lleva su nombre, El Peñón de la vieja Rufina, en La Otra Banda.
La inmigración canaria colonizadora tuvo su efectividad en la región de Higüey. De ella existen topónimos como el Cruce de Los Isleños que nos habla de su impacto. En La Otra Banda se consolidó una fundación que vertebró un pueblo que ha subsistido como tal; los llamados “pata blanca” sinónimo de tal color.
Información tomada de la pagina de facebook: Empoderados Por Una Otra Banda Mejor